Más sobre el estrés

Muchos malestares y enfermedades que tenemos están relacionados con el estrés. En mi consulta como terapeuta Gestalt en Barcelona observo que un gran número de personas que se acercan buscando ayuda y recuperar el bienestar se encuentran padeciendo este problema.

¿Qué es el estrés?

Es la forma de responder a las agresiones del sistema nervioso autónomo que se encarga de las funciones no conscientes. Aunque se asocia a algo negativo por lo incómodo que se nos hace, el estrés es una reacción normal y positiva de nuestro organismo. Cuando percibimos que una situación es peligrosa o que requiere un esfuerzo por nuestra parte más elevado de lo habitual, en nuestro cuerpo se disparan una serie de reacciones automáticas orientadas a superar la dificultad en la que nos hallamos inmersos. Así es como no es algo positivo ni negativo, es un acto reflejo que se activa porque tiene la función importante de preservar nuestra vida y mantenernos alertas ante situaciones necesarias.

El problema aparece cuando se sostiene a medio y largo plazo porque causa numerosas dolencias y enfermedades. Es decir, cuando mantenemos una conducta refleja más tiempo de lo que es necesario y que nos exige un gasto de energía extra empezamos a manifestar una serie de síntomas que son difíciles de relacionar con la causa que los provoca y la persona se va encontrando cada vez más perdida y angustiada por no saber cómo salir de este atolladero.

Síntomas y malestares como problemas digestivos, dolor de cabeza, tensiones musculares, ansiedad, etc, muchas veces están indicando un problema relacionado con el estrés, pero el problema es que la mayoría de las veces las personas y los mismos profesionales se concentran únicamente en atacar esos malestares sin ir a la raíz y al origen que los están causando. Los tratamientos farmacológicos pueden aliviar en un comienzo, pero no son la solución ya que es importante poder profundizar e ir más allá para detectar qué es lo que hace falta modificar en la vida de la persona para que estos síntomas dejen de presentarse como alarmas y señales para que realice los cambios necesarios. Desde la Terapia Gestalt partimos de la base de que lo psíquico y lo físico están íntegramente relacionados.

Las reacciones físicas que produce nuestro sistema nervioso colaboran para que podamos gestionar una situación que nuestra mente interpreta como peligrosa (cambios, temores, decepciones, etc). De esta manera nos vemos atrapados en lo que creemos una autoprotección, pero que no es más que una jaula. Cuando nuestras defensas se ponen en marcha, nos vemos obligados a reprimirlas a base de permanecer en un estado de alerta siendo incapaces de expresarlo ni exteriorizarlo. Aprendemos a convivir en esta tensión y la incorporamos a nuestra vida.

En nuestra infancia, (antes de recibir la domesticación por parte de la escuela, la familia y la sociedad a la que nos hemos tenido que someter todos), cuando alguna situación nos disparaba el estrés lo expresábamos llorando o gritando, dando rienda suelta a nuestras emociones sin importar el lugar en el que estábamos ni delante de qué personas. Menos aún estábamos pendientes de lo que pensarían de nosotros y así, expresando y liberando en el momento nuestro malestar permitíamos que nuestro sistema de recuperación se activara recuperando orgánicamente nuestro sentimiento de tranquilidad y calma. Volviendo al presente en el que de niños tan fácilmente habitábamos, dejando que nuestro cuerpo regulara lo ocurrido y volviera al equilibrio de forma saludable.

Una vez comenzado el proceso de terapia y al volvernos más conscientes y conectados con nuestro sentir y con el cuerpo, nos damos cuenta que de adultos tenemos los mismos impactos emocionales que de pequeños, sólo que ya hemos aprendido cómo inhibirlos y controlarnos. Sin embargo sentimos miedo, angustia, rabia, enfado y aunque las convenciones sociales nos impiden ser transparentes y ya nos hemos olvidado cómo serlo, es imprescindible encontrar un espacio terapéutico en el cual volver a recuperar el camino hacia esta naturalidad con la que de niños nos movíamos, teniendo ahora los recursos del adulto que podrá aceptar, expresar y comprender esas emociones.

Desde mi trabajo compruebo cómo el estrés no gestionado puede volverse crónico y las personas desarrollar enfermedades. Lo único bueno y positivo de todo esto se da si la persona toma conciencia de que tiene un problema que va más allá de lo físico, es decir que más bien la enfermedad y los síntomas son la manera visible de manifestarse algo más profundo. Estableciendo esta relación es la única manera de poder sanar y poner solución a este malestar.

La Terapia Gestalt ofrece un espacio para la expresión de las tensiones que puedan estar afectando a nivel interno y a tomar conciencia junto con ellas de las emociones que necesitan ser expresadas. También pone el foco en las necesidades que no están siendo atendidas y ayuda a que nos orientemos a la satisfacción de las mismas.

Desde nuestra verdad más genuina, desde nuestra esencia podemos ver el estrés como un mensajero que nos conduce nuevamente al camino verdadero y que nos pide que contactemos con lo que nos está ocurriendo en nuestro interior, en cómo diariamente gestionamos nuestras emociones y maneras de relacionarnos con los otros. Esto último resulta ser fundamental a la hora de plantearnos cómo estamos en nuestra salud física y psíquica ya que las relaciones juegan un papel central en nuestra calidad de vida y en nuestro bienestar global.

Pedir ayuda a un profesional competente en estos casos es tener ya más de la mitad del problema resuelto. Encontrar un apoyo terapéutico competente que nos permita expresar las emociones sin quedarnos atrapados en la culpa o en la vergüenza será decisivo para resolver de raíz este sufrimiento que prolongado en el tiempo nos será cada vez más complicado. Aprender a detectar cómo nos reprimimos y las razones por las que lo hacemos, ser capaces de saber decir no ante las situaciones que son perjudiciales y discernir cuándo nos encontramos realmente ante una amenaza real y cuándo estamos haciendo más bien una interpretación errónea de la misma. De esta manera, la terapia nos ayuda a poder ver la realidad tal como es e ir dejando que la fantasía que nos hacemos sobre ella pierda fuerza. Así recuperaremos el disfrute y la serenidad que tanto estamos anhelando e iremos dejando que los síntomas y el estrés desaparezcan porque ya no tendrán ninguna función que cumplir para advertirnos de nada ya que estaremos bien situados y en armonía con los demás.

Verónica Civatti, terapeuta Gestalt en Barcelona (terapia individual, terapia de pareja y terapia familiar)

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