El Miedo y sus mensajes

El miedo es una de las cuatro emociones básicas que tenemos los seres humanos junto con la alegría, la tristeza y la rabia. Desde que nacemos nos acompaña en nuestras vidas ayudándonos en lo que es su función principal: que advirtamos el peligro en una situación determinada que pone en riesgo nuestra vida.

Sin embargo, desde mi trabajo como terapeuta Gestalt en Barcelona observo cómo muchas personas que desde su infancia no han podido gestionar bien esta emoción por numerosas razones que iré describiendo a lo largo de esta nota, se encuentran bloqueadas y padeciendo un gran sufrimiento.

Diferencias entre el miedo que paraliza y el miedo que cuida

El miedo convive con nosotros, nos demos cuenta o no de ello. En nuestra sociedad no está permitido que admitamos abiertamente que tenemos miedo, a no ser que sea por alguna situación extrema. Esta es una de las tantas razones por las que desconocemos la mayoría de nosotros cómo manejarnos con esta emoción que es fundamental para el bienestar y la salud de nuestra vida a todos los niveles.

Como decía antes, el miedo tiene la misión de alertarnos acerca de una situación que puede causarnos daño. Un peligro real que hará que tengamos que reaccionar escapando, defendiéndonos, atacando, etc. Se manifiesta en nuestra conciencia para ponernos en alerta y así podamos reaccionar a tiempo y salvar nuestra vida e integridad. Pero el problema se da porque la gran mayoría de personas no saben advertir estas señales porque a lo largo de sus vidas han tenido que transitar situaciones confusas ya sea en sus familias o entornos educativos que alteraron esta función básica del miedo.

Es necesario plantearnos cómo nos estamos relacionando con esta emoción. Si nuestro funcionamiento es evitarla, negarla, ignorarla, o temerle. O, si nos da vergüenza admitir que la tenemos, o dejamos que nos limite y nos bloquee nuestra vida por ser excesiva y no estar conectada con un peligro real. Los problemas pueden ser infinitos cuando no nos estamos gestionando de manera adecuada con el miedo, y lo cierto es que realizar un buen proceso terapéutico nos ayudará infinitamente a encontrar formas de avanzar de manera adecuada y solucionar todos los grandes inconvenientes que esto nos causa.

La Terapia Gestalt resulta una vía muy efectiva para el trabajo con el miedo y todas sus alteraciones, ya que ayuda a las personas a darse cuenta de qué es lo que les está ocurriendo y desde el presente aprender a conocer y gestionar las emociones. A comprender el motivo de lo que sienten sin falsearse, asumiendo lo que pasa para poder encontrar la orientación adecuada y las acciones que son necesarias tomar desde la realidad de lo que están viviendo.

Nos relacionamos y actuamos desde la conexión con una o varias de nuestras emociones a la vez. Es por ello que el miedo aparece en la mayoría de las situaciones en las que nos ponemos en contacto con los demás y en casi todas las veces en las que pensamos y planeamos qué es lo que vamos a decir, decidir, hacer, etc. Es así como su presencia por un lado es necesaria cuando está conectada con su función biológica de advertirnos en determinadas situaciones en las que tenemos que estar alertas para proteger nuestra supervivencia, pero si está actuando de manera incoherente y rige todos los actos de nuestra vida advirtiendo peligros donde no los hay, claramente estamos en problemas y necesitaremos ayuda terapéutica para cortar con esta mala gestión del miedo que complica la vida a niveles muy profundos.

Igual de problemática como es la presencia excesiva, también lo es la ausencia del contacto con el miedo, no escuchar las alarmas cuando es necesario. Esto se puede dar por múltiples razones, una de ellas es la que comentaba previamente acerca de que en la sociedad no está aceptada esta emoción, es tabú y está mal visto decir que se siente miedo. Así es como tantas personas se vuelven especialistas en reprimirla y pierden todo contacto con ella. Es decir, esta emoción tiene una función biológica y otra que es aprendida desde nuestra infancia más temprana.

Desde los comienzos de nuestras vidas nos enfrentamos con el miedo y la manera en la que quienes se han encargado de nuestra crianza reaccionaron ante nuestras manifestaciones de esta emoción es determinante para lo que ha ido conformando nuestra gestión de la misma. Aprendemos entonces desde muy pequeños a manejar el miedo de diferentes maneras. Un niño que está bien protegido por sus padres, quienes tienen empatía y sensibilidad para captar qué es lo que le sucede y le dan el apoyo necesario, no se relacionará con el miedo de la misma forma que un niño que no tiene este amparo por parte de sus cuidadores. Y, que hasta quizás los mismos adultos son los generadores de ese miedo en el niño por ser causantes de agresiones, descuidos, situaciones de riesgo, peleas y demás desencadenantes de angustia en su presencia. Lo mismo sucede si los cuidadores no saben acoger el miedo de los niños y les transmiten los típicos mensajes de que “tener miedo no es de valientes”, o “no es de hombres”, y muchos más de este tipo de frases que causan mucha confusión y hacen que se aprenda a reprimir el miedo y a esconderlo sintiendo vergüenza cada vez que se manifiesta.

Por todo lo anterior es como llegamos a adultos viéndonoslas con el miedo de manera similar a como lo hacíamos en la infancia, utilizando las mismas estrategias que ya no nos sirven siendo adultos y no sabiendo cómo cambiar estos mecanismos que nos aprisionan. La Terapia Gestalt es una herramienta muy útil para poder aprender nuevas maneras de gestionar nuestras emociones, para comenzar a convivir y escuchar de manera adecuada a nuestro miedo, atendiendo a la parte que nos ayuda en nuestra vida y para saber discernir con claridad cuándo estamos bloqueados por un mal manejo del mismo.

Por medio de mi trabajo observo cómo las personas empiezan a hacer cambios en sus vidas importantes a partir del aprendizaje para gestionar y reconocer esta emoción tan conocida aparentemente pero en realidad tan difícil de sobrellevar sin un apoyo terapéutico adecuado. Ver a ese niño o niña interna asustado/a que llevamos dentro y desde el adulto que ahora somos rescatarlo sabiendo que contamos con otros recursos que en la infancia no teníamos es altamente sanador. Sólo hace falta un poco de paciencia y constancia en el proceso terapéutico para que se instalen los nuevos aprendizajes de manera duradera. El beneficio de este trabajo es altamente gratificante ya que nuestra calidad de vida y disfrute cambia completamente porque nos movemos sin el lastre de esos miedos y así logramos conseguir lo que queremos y necesitamos verdaderamente en nuestras vidas de manera más directa y efectiva.

Poco a poco aprendemos a confrontar adecuadamente sin tener miedo a las consecuencias o a que nos hagan daño, viendo que al hacerlo conseguimos mayor claridad en nuestras relaciones y armonía, en vez de lo que antes creíamos que era mejor: callar y no generar conflictos. Ya no tememos quedarnos solos si nos expresamos y pedimos lo que necesitamos, no mantenemos relaciones que nos dañan por el solo hecho de tener una compañía, no vamos por la vida mostrándonos súper poderosos y fuertes para que no nos rechacen ante nuestras muestras de vulnerabilidad. Y desde esta verdad es como recuperamos la fuerza real, no desde el disfraz en el que nos habíamos metido escondiendo nuestro miedo.

Las situaciones a las que nos tenemos que enfrentar diariamente son variadas: una reunión de trabajo en la que queremos pedir a nuestro jefe cambios en nuestras condiciones ya sea organizativas, de horarios, de salario, etc. O, una posible ruptura con nuestra pareja, la decisión de cambiar de país de residencia, es decir, casi todo lo que nos implique cambios hará que nos tengamos que enfrentar con esta emoción. También actúan de manera intensa para casi todas las personas el miedo al rechazo, a que nos hieran, a perder de repente lo que tanto nos costó conseguir, a que no nos quieran, a ser abandonados, a no ser suficientes para una relación que nos es importante, a hacer daño, a perder el control…y largos etcéteras.

Podremos reconocer el miedo dependiendo de la persona más o menos claramente ya que es una emoción que tiene diferentes manifestaciones que varían entre sensaciones de incomodidad y pereza en algunos casos más difíciles de detectar, hasta el pánico y el terror más paralizante y extremo en otros casos más evidentes

La terapia nos ayuda a aprender a gestionar en nuestro día a día esta emoción, para que podamos ser más felices, humanos y capaces de disfrutar de nuestra vida en vez de sufrirla ante cada desafío que se nos presente, para volvernos más reales y tener menos miedo a nuestra autenticidad.

Verónica Civatti, terapeuta Gestalt en Barcelona (terapia individual, terapia de pareja y terapia familiar)

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