Terapeuta Gestalt en Barcelona

 

Desde mi trabajo como terapeuta Gestalt considero que uno de los principales objetivos del proceso terapéutico es ayudar a que mis pacientes recuperen el contacto con su propio dolor ya que es precisamente por huir del mismo que se encuentran presos del sufrimiento.

La vida se halla en continuo movimiento como en la naturaleza y, es así como nuestro organismo, aprendiendo a adaptarse y flexibilizarse antes estos cambios sabe cómo autorregularse completando los procesos y las situaciones que hayan quedado interrumpidas en el pasado por hechos traumáticos y dolorosos. Perder el miedo a contactar con ellos es clave para salir del sufrimiento.

 
 

El Terapeuta Gestalt nos ayuda a detectar los mecanismos inconscientes que nos están bloqueando el camino hacia una buena vida

La Terapia Gestalt nos ayuda a afrontar nuestro dolor y así poder traspasarlo

 
 

Entiendo la vida como un proceso que está permanentemente en movimiento. Una vez que pude aceptar esto (cosa que para mí no ha sido nada fácil ya que en el pasado tendía a querer aferrarme a lo conocido porque me proporcionaba la sensación de seguridad) comencé a confiar más en ese flujo de cambios y a hacerme permeable a ellos en vez de oponerme y sufrir innecesariamente. En el contacto con el dolor, en dejar de escapar de el, es donde encontré el verdadero alivio.

Durante los años en lo que he estado haciendo mi proceso personal terapéutico más profundo y ahora desde mi trabajo como terapeuta (tanto en las sesiones de terapia individual, las constelaciones familiares o en las de terapia de pareja) una de las cosas que más me conmovía y conmueve es descubrir cómo todos tuvimos que aprender en la infancia estrategias y formas de funcionar que nos apartaban de nuestras necesidades reales para cumplir con expectativas, mandatos, deseos y exigencias ajenos. Ya sea por parte de nuestra familia, de las escuela, cuidadores y del contexto social en el que hayamos crecido, las presiones que recibimos han sido tan fuertes y los recursos con los que contábamos en nuestra infancia tan limitados como para oponernos a estas fuerzas que todos nosotros (algunos en mayor medida que otros, pero aún así todos), hemos tenido que desconectarnos de nuestro cuerpo, de nuestra esencia y anestesiarnos. Así aprendimos a evadir el contacto con el dolor, porque nos han enseñado que lo mejor es no mirarlo, no atenderlo.

 
 
 

Sin embargo, en mi consulta observo a diario que ya siendo adultos, estas estrategias que adquirimos para no sentirlo son precisamente las que están trayendo sufrimiento en nuestras vidas y las que nos impiden avanzar de manera plena y constructiva en la dirección de nuestras metas y deseos genuinos. Lo que sucede como consecuencia de evitar el contacto con el propio dolor es que vamos arrastrando muchas situaciones inconclusas en nuestras vidas, cuestiones que no hemos podido procesar ni digerir adecuadamente por la gran dificultad que nos suponía y la falta de guías y referentes que nos muestren cómo hacerlo.

Nuestra sociedad se ha especializado en huir del dolor, en seguir adelante sin mirarlo, eso hemos aprendido casi todos a no ser que hayamos tenido la suerte de ser criados por adultos conscientes, que hayan acudido a terapia y hayan superado sus traumas, cosa que es poco frecuente. En las sesiones que realizo desde mi trabajo como terapeuta Gestalt siempre les digo a mis pacientes que perder el miedo a sentir su dolor es la manera de salir del sufrimiento y así, no traspasar a las siguientes generaciones sus traumas no resueltos. Hacer este proceso terapéutico es un acto de amor hacia sí mismos y hacia los demás porque lo que sanamos en nosotros disminuye la carga de sufrimiento que depositaremos en nuestras relaciones.

Uno de los principales beneficios de comenzar un proceso terapéutico es que al estar acompañados por un terapeuta que ya ha realizado su proceso previamente y que sabe guiarnos para que nos podamos enfrentar al dolor que tanto tememos, nos damos cuenta de que el sufrimiento disminuye. Se abre el camino para que podamos sentir el verdadero dolor que se hallaba escondido y descubrimos que es mucho menos grave de lo que pensábamos, que es un movimiento que nos libera y alivia en vez de dejarnos atrapados en el malestar. Como decía antes, el ser humano huye y evita el dolor, pero la única manera de liberarse de él es justamente al revés: mirarlo, procesarlo, traspasarlo para poder digerir la/s situación/es que lo han creado y avanzar sin ese peso hacia nuestros verdaderos deseos. Es por eso que es tan necesario pedir ayuda a un buen profesional porque solos es muy complicado, más bien diría que imposible.

La Terapia Gestalt nos permite volver a vivir desde nuestro Yo esencial

En mi trabajo como terapeuta Gestalt descubro cómo tantas personas que realizan de manera comprometida un proceso terapéutico van logrando la madurez, la consciencia y la salud que se necesitan para ser felices. El trabajo con la neurosis, al que tanto se orienta la Terapia Gestalt, es fundamental para lograr una transformación en las personas. Podría resumir la neurosis como una madurez incompleta en la que la persona no llegó a su buen desarrollo para expresar todo su potencial debido a las experiencias difíciles que tuvo que reprimir en su infancia para sobrevivir. Es decir, la neurosis es lo que nos separa de nuestro Ser esencial, de nuestro Sí Mismo, es lo que se creó para que podamos adaptarnos a las circunstancias desfavorables que tuvimos que aguantar cuando fuimos niños porque no contábamos con los recursos suficientes ni la autonomía para defendernos de otra manera. Sin embargo, ya siendo adultos, si seguimos teniendo ese patrón repetitivo de funcionamiento, por ejemplo, si en mi infancia sobreviví a base de ser un niño bueno que nunca se queja y obedece a todo lo que se le pide aunque no le beneficie en lo más mínimo sino más bien al contrario, de adulto seguiré haciendo lo mismo hasta que me de cuenta de todos los problemas que este funcionar me ocasiona. La terapia en este caso será de gran ayuda para que la persona aprenda a gestionar sus propias necesidades, poniendo los límites necesarios con las otras personas y aprendiendo a negociar lo que es más conveniente para todos, teniéndose en cuenta también a sí misma. En cambio otras personas aprendieron a sobrevivir haciendo todo lo contrario, pisando a los demás y buscando primero lo que le beneficia a él, sin importar si los demás sufren un daño por esa manera de actuar. Aquí el trabajo por supuesto es muy diferente ya que el acompañamiento terapéutico estará basado en que poco a poco aprenda a tener en cuenta a los demás y a compartir desde una mirada y un respeto hacia las necesidades de los otros, no solamente las suyas.

Una persona madura tiene la capacidad de sostener y de vivir todo tipo de experiencias en el aquí y el ahora utilizando sus propios recursos sin necesidad de manipular ni dañar o dañarse para conseguir lo que necesita. Es decir, sabe ponerse en contacto con sus necesidades verdaderas y no está confundida con fantasías, entonces actúa correctamente para satisfacer lo esencial. Las personas neuróticas en cambio no llegan a la satisfacción de sus necesidades ya que se interrumpen constantemente creando mucho malestar y sufrimiento en sí mismas y los demás. La Terapia Gestalt ayuda a profundizar en esto trabajando con el ciclo de necesidades y ayudando a que cada cual tome consciencia de las diferentes maneras en las que se interrumpe y pueda cambiarlo para así lograr la satisfacción de las mismas.

A través de mi trabajo propongo un proceso en el cual las personas que estén necesitando ayuda puedan aprender a percatarse, es decir, a darse cuenta en el momento presente de las experiencias en las que los asuntos de sus vidas que están pendientes de ser resueltos vuelven una y otra vez en forma de sufrimiento para que se atiendan y completen. Estos asuntos inconclusos a los que tanto se refiere la Terapia Gestalt emergerán por sí solos en el espacio terapéutico, y dependerá mucho de las ganas y de la actitud de los pacientes el que se puedan encarar y poner solución, ya que a veces las resistencias son fuertes y las personas temen hacer cambios y transformaciones, aunque se garantice una mejora en la vida a todos los niveles. Lamentablemente hay personas que quedan atrapadas por el miedo o la comodidad y prefieren vivir en la neurosis porque es a lo que ya están acostumbradas. Hay que querer con mucha fuerza vivir desde el bienestar para abrirse a este cambio.

 

El autoconocimiento y la Terapia Gestalt

En el trabajo con el presente desde la Terapia Gestalt tengo en cuenta la gran importancia del autoconocimiento. No se puede vivir en el aquí y ahora sin saber quién es uno y cómo se ha construido nuestro guión de vida. El presente refleja lo que ocurrió en nuestro pasado y las vivencias a las que hemos tenido que hacer frente de la manera que mejor hemos podido. Poder estar verdaderamente presentes significa que nuestro pasado ya no nos lo impide, ya no se necesita hablar de el porque no hay ninguna consecuencia o dificultad en nuestra vida derivada de el. Ahí es cuando podemos decir realmente que el pasado ya fue, que ya sólo importa el aquí y ahora. Esto no sirve de nada si lo decimos cuando aún el pasado nos determina y ejerce influencia sobre nosotros en forma de síntomas, malestares, traumas y problemas que nos obligan a tener que mirar su origen y para eso la Terapia Gestalt es muy efectiva porque nos ayuda a realizar un trabajo profundo y transformador.

Otros pilares en los que se basa la Terapia Gestalt

El darse cuenta, otro de los fundamentos claves de la Gestalt se da en un fluir continuo de experiencias. Se trata de registrar todo lo que nos pasa y lo que sucede continuamente, a la vez. Durante el trabajo en terapia aprendemos a darnos cuenta de pensamientos, sensaciones corporales, emociones y también de lo que está ocurriendo en el ambiente en el que estamos y en el encuentro con el terapeuta para poder aplicarlo en la vida diaria.

El trabajo con el presente y con el darse cuenta son dos pilares fundamentales de la Terapia Gestalt que se completan con el tercero que es la responsabilidad. Con responsabilidad no nos referimos al deber, ni a la culpa ni a las obligaciones, sino más bien a ver cómo repito patrones y actitudes que no son beneficiosos para mi vida ni la de los demás. Somos responsables de nuestras acciones, pensamientos, sentimientos y de las consecuencias que ellos generan. Hacernos responsables es la única vía que nos conduce a salir del victimismo y ser más dueños de nuestra vida.

 
 
 

La importancia de la persona que hay detrás del Terapeuta Gestalt

El resultado de mi acompañamiento como terapeuta Gestalt sería que la persona llegue a estar cada vez más cerca de su Sí Mismo, de su Esencia. Cuando a través del proceso terapéutico el paciente puede sentirse digno de los sentimientos que tiene y de sus pensamientos dejando de lado la máscara que se construyó para ser aceptado y obtener reconocimiento a base de falsearse a sí mismo, empieza a vivir de una manera más genuina y honesta consigo mismo y con los demás. Poder correr el riesgo de no ser aceptado es un gran paso y un riesgo que trae como resultado el comenzar a ser una persona más completa, más real.

Para finalizar, quisiera decir que el acompañamiento del terapeuta Gestalt es importantísimo para realizar un buen proceso terapéutico y que más importante que encontrar a un profesional con estudios y que cuente con las técnicas adecuadas, es poder sentir en esa persona la confianza, la humanidad y el respeto hacia las dificultades por las que se acude a la terapia. La empatía y la compasión que muestra ante la historia de vida de quien acude en su ayuda. Para ello este terapeuta, además de estudiar y formarse, ha tenido que hacer el mismo su propio proceso terapéutico de manera profunda y haber abierto su corazón a sus propias heridas para poder abrirlo y comprender sinceramente el dolor y las dificultades ajenas.

Verónica Civatti, Terapeuta Gestalt y Consteladora Familiar en Barcelona.

Terapia individual, terapia de pareja y terapia familiar.