La responsabilidad

La Terapia Gestalt tiene como uno de sus objetivos fundamentales, el poder devolver a las personas la capacidad de conectarse con sus recursos internos y potencialidades que les permiten orientarse de manera natural y sin esfuerzo hacia el bienestar. Como ya he escrito en notas anteriores acerca de los fundamentos básicos de esta terapia, quisiera hacer hoy referencia a uno de ellos que resulta clave para poder hacer un proceso terapéutico sólido y transformador: la responsabilidad.

La responsabilidad como camino hacia la salud

Desde mi trabajo como terapeuta Gestalt en Barcelona me dedico a ayudar a que las personas encuentren las herramientas que les llevan a darse cuenta de la capacidad que tienen para estar en sintonía con la vida y a sentirse a gusto con ella. Muchas son las razones por las que las personas se deciden a acudir a sesiones de terapia, normalmente una fuerte crisis que, a modo de bendición, se presenta en sus vidas para impulsarlas a hacer una transformación. Lo que les está sucediendo les obliga a llevar la mirada hacia el interior y a emprender un camino de autoconocimiento que les aportará muchos beneficios. En este sentido, la Terapia Gestalt ayuda a que reconozcamos la responsabilidad que tenemos en la creación de nuestras circunstancias y que somos sujetos activos con la capacidad de tomar decisiones que nos impulsen a sentirnos mejor, más allá de lo que nos esté tocando transitar.

Para evitar confusiones, es importante aclarar que la responsabilidad no tiene nada que ver con la culpa. Este es un punto que me interesa diferenciar porque hay muchas confusiones al respecto. Es decir, desde esta perspectiva, nuestra naturaleza es creativa y tenemos la capacidad de tomar conciencia de lo que experimentamos a todos los niveles. O sea, la responsabilidad es lo que nos permite aceptar y reconocer nuestras sensaciones, emociones, pensamientos y acciones. Conectarnos con ellos poniendo conciencia a cómo nos enajenamos para salir de este circuito alienante y sintonizarnos con lo que ocurre, tanto dentro como fuera de nosotros.

En mi trabajo acompaño a que las personas puedan reconocer y darse cuenta de cómo opera en ellas el mecanismo de la proyección. Este es un objetivo muy importante de la terapia y que tiene relación directa con la responsabilidad ya que permite que comiencen a ser capaces de identificarlas como algo propio en vez de proyectarlas hacia el exterior, para así poder asimilarlas e integrarlas. Es un proceso que requiere tiempo, paciencia y sobre todo, como decía anteriormente, tomar conciencia de ello es el primer paso fundamental. La terapia nos ayuda a dejar de colocar las causas de nuestro sufrimiento en circunstancias externas. Por supuesto que vivimos y hemos transitado muchas situaciones dolorosas que no elegimos ni deseamos, sin embargo la actitud y la respuesta que adoptamos frente a ellas sí que es fundamental como respuestas de la responsabilidad que asumimos como adultos.

Es por esto que el proceso terapéutico es fundamental para aumentar la conciencia de lo que nos está ocurriendo y conocer el origen y el funcionamiento de nuestros pensamientos, emociones y acciones. Darnos cuenta de qué nos está ocurriendo nos permite tomar decisiones más conscientes y beneficiosas para nosotros mismos y los demás. Sin esta toma de conciencia como punto de partida como decía antes, es muy difícil poder responsabilizarnos. Y, es importante aclarar que darse cuenta de lo que a uno le pasa implica no sólo que observemos lo que nos ocurre y nos demos cuenta de ello, sino también asumir la respuesta que damos a ello: qué emociones transitamos, qué reacciones automáticas, qué pensamientos aparecen, para poder asumir todo esto como nuestro y responder de manera adecuada para no dañarnos ni causar sufrimiento a los demás. Para poder reparar, en caso de ser necesario, cualquier actuación por nuestra parte que haya sido equivocada.

Como mencionaba anteriormente, la responsabilidad y la culpa no están relacionadas. En mi trabajo pongo especial atención a que no se confundan en absoluto. La culpa no nos ayuda en nada, sólo nos aporta más sufrimiento y malestar. Está cargada de juicio y desde ahí sólo podemos bloquearnos y no resolver nada. En cambio, desde la responsabilidad respondemos por nosotros, por nuestros actos como adultos, posibilitando reparar cuando sea necesario aquello que tiene que ver con nosotros., dando una respuesta a través de la que asumimos lo que nos toca. Por ejemplo: He pedido prestado a mi hermana un libro y lo he perdido. Puedo sentirme culpable, decirle lo muy mal que me siento por lo que ha ocurrido, pensar si hubiera hecho tal o cual cosa no hubiera ocurrido. Todo esto de nada sirve, más bien evitarme todos estos pensamientos y sentimientos innecesarios sería lo más sano y, cuando tenga la posibilidad comprarle uno nuevo u otra cosa que ella necesite y así responsabilizarme de la pérdida. Solucionarlo y no dejarle a ella sin ese libro que me ha prestado. Parece simple pero… cuántas de estas situaciones y aún muchas otras con mayor complejidad vivimos sumiendo a nuestras relaciones en un conflicto y malestar innecesarios.

Para finalizar quisiera decir que la Terapia Gestalt nos ayuda a ser cada vez más conscientes de lo que nos sucede y a aceptarlo como parte de nosotros. A dejar de proyectar hacia el exterior y los demás. A medida que vamos asumiendo que tenemos la capacidad de tomar responsabilidad y reconocernos sujetos activos de nuestra vida, podemos aumentar nuestra capacidad de decisión y respuesta en las situaciones que nos toquen transitar. La vida siempre nos pondrá delante de dificultades, pruebas, situaciones dolorosas, sin embargo la manera en la que respondamos a ellas está en nuestras manos y podemos evitarnos muchos problemas tomando conciencia de ello. Desde mi trabajo compruebo cómo a medida que avanzan en su proceso terapéutico, las personas van tomando conciencia de cómo reaccionan y dejan de estar presas de los impulsos que les perjudican. Como resultado, encuentran las mejores opciones que tenían a su alcance y las herramientas que les ayudan a conectar con las capacidades que tienen como adultos responsables al cuidado de su vida y de la de los demás, haciendo de ella algo mucho más sencillo, feliz y placentero.

Verónica Civatti, terapeuta Gestalt en Barcelona (terapia individual, terapia de pareja y terapia familiar)

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